Especial para EL MUNDO
Imagínese un mundo futuro en el que existen diminutos nanorobots genéticos que pueden programarse para fabricar moléculas. Un equipo de científicos ya ha dado el primer paso adelante para que esta fantasía de ciencia ficción pueda convertirse en realidad: la creación de un artilugio compuesto de dos fragmentos manipulables de ADN que pueden realizar pequeños movimientos mecánicos.
La revista Nature publica hoy este espectacular avance en el mundo de la biotecnología. El investigador Nadrian Seeman y sus colaboradores de la Universidad de Nueva York han desarrollado lo que ellos mismos denominan una «máquina molecular» construida con material genético.
Ordenes sencillas
De momento, las órdenes que se les pueden dar a este primer nanorobot son relativamente sencillas. Lo único que han descubierto estos científicos, por el momento, es una técnica para manipular fragmentos de ADN de tal forma que realicen pequeños desplazamientos de entre 20 y 60 nanometros (milmillonésima parte de un metro).
Sin embargo, este hallazgo sin duda representa un primer paso hacia la futura construcción de aparatos microscópicos compuestos de ADN sintético que podrán programarse para engendrar moléculas a la carta. La existencia de estos nanorobots podría suponer una auténtica revolución para el mundo de la medicina, ya que quizás permitirían la fabricación artificial de toda clase de moléculas útiles para el desarrollo de fármacos y terapias.
Los autores del trabajo explican que uno de los objetivos fundamentales de la nanotecnología es la creación de «sistemas mecánicos sintéticos, moleculares y manipulables».
Este primer nanorobot de ADN podría considerarse un prototipo para futuros aparatos más sofisticados. Los científicos han aprovechado ciertas características de la estructura de doble hélice del ADN para programar esta máquina molecular de tal forma que puede realizar pequeños cambios en su posición.
El nanorobot creado por Seeman y sus colegas tiene dos brazos de ADN unidos por una puente que forma la llamada estructura Z o zurda de la doble hélice. Los científicos han logrado manipular el proceso de transición que convierte esta estructura Z o zurda en otra denominada B o diestra, de tal forma que el nanorobot realiza un pequeño desplazamiento. Este movimiento se ha podido verificar mediante la utilización de unos tintes fluorescentes que muestran el cambio de posición en los brazos del diminuto nanorobot.
No cabe duda de que todavía tendrán que pasar muchos años antes de que este tipo de investigaciones desemboquen en la creación de máquinas genéticas capaces de producir toda clase de moléculas. No obstante, este primer nanorobot, por muy simples e insignificantes que parezcan sus movimientos mecánicos, ya demuestra hasta qué nivel de complejidad está llegando la ciencia en el campo de la biotecnología. Un aparato de estas características -mitad biológico, mitad sintético- ha vuelto a demostrar una vez más que hoy día, la frontera entre lo vivo y lo artificial está cada vez menos clara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario